intervencion incendio

Voy de empresa en empresa y en todos los casos me encuentro un concepto perfectamente integrado, el de la evacuación. Es una alegría, un logro colectivo, el de nuestra sociedad, el que se haya conseguido.
Ha sido a través de los simulacros en las escuelas, gracias a los técnicos de riesgos laborales en las empresas, de sus directivos, de la normativa, de la cultura, de la conciencia… Todos los trabajadores saben por dónde salir en caso de incendio. No está claro que los clientes de un hotel o de un edificio de pública concurrencia lo sepan, pero siguiendo las señales o, en el peor de los casos, su propia intuición, a falta del apoyo de equipos de evacuación, conseguirán poner a salvo su vida. Casi en todos los casos.

¿Pero esto es suficiente?

Lo más valioso es la vida de las personas, que tanto nos afanamos en proteger los servicios de emergencias, bomberos, sanitarios, etc.
Pero el bienestar de esas personas no acaba en su integridad física, sino que empieza en ella. Hemos preservado la salud de una persona, que la va a necesitar para recuperar todo aquello que ha perdido.

La mirada atrás, desde su lejano punto seguro, ve desolación. Un incendio es siempre rápido y devastador, así que vamos a mejorar la expectativa de estas personas incorporando otra palabra a su diccionario, otro concepto su conocimiento y una serie de acciones a su intención. Se trata de la intervención. Intervenir es hacer algo, durante ese breve, pero suficiente, espacio de tiempo en el que es posible. La buena noticia es que es fácil y seguro, que solo necesita saber un poco y tener unas destrezas básicas. La diferencia entre hacer y no hacer está en conservar o no aquello que tenemos.

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